Mi madre y yo teníamos la intención de hacer un alto en Madrid para al día siguiente llegar a Barcelona, y decidió, haciéndo caso omiso de mis ruegos, pernoctar en una finca al este de la ciudad.
Entre árboles, montañas y colinas, se encontraba allí, el hostal en el que nos alojaríamos.
Llegamos a eso de las 11 de la noche. El hombre nos saludó y nos dió las llaves, a lo que yo no pude decir nada. Mi madre me dijo que eran alucinaciones mias, y que seria mejor irnos a dormir, pués mañana seria un día largo. Pero, no pude evitar mirar el hostal de reojo.
Entre estas paredes había terrores luchando por liberarse y ser juzgados sus autores. Violaciones, suicidios, torturas psicológicas, y relaciones incestuosoas y pederásticas. Todo oculto bajo la falsedad de una promesa y la defensa de una respuesta a las búquedas existenciales.
No serian más de las 2 de la madrugada, cuando mi madre me desperto de un profundo y placenero sueño.
Tenía la cara muy palida y temblorosa, me hablaba en susurros.
No hace más de unos 25 años, eso no era un hostal, si no una sala de torturas, me contó que aquí, no hace mucho tiempo, una mujer se suicidó en este mismo hostal, dejando abandonado a un bebé de algo más de 2 meses. Decian que su marido no la amaba y la maltratava, tanto que un día no lo soportó y se suicidó.
No temía su aparición , pero sí la presencia del colagusano encargado de las habitaciones y el mantenimiento general.
Es un ser deforme y amargado, un infecto y despreciable vejestorio que jamás ha sabido lo que es amar ni ser amado. Trascurren sus días en una oscura y ponzoñosa soledad que va corroyendo sus entrañas. No había ninguna queja por mi parte si se tragase el veneno y fuera muriendo poco a poco, pero no se conforma con morir sino que escupe a los que le rodean o a su sombra se acercan.
Oímos unos ruidos y el miedo de apoderó de nuestro cuerpo, así que nos fuimos dejando la luz encendida y sin apenas haber pagado el importe del hostelage. Corrimos por todo el pasillo, presas de las preguntas sin respuesta que una ves más se nos pasaba por nuestrar mentes.
El eco nos perseguía, retumbando el sonido de nuestras pisadas y de nuestro aliento ahogado.
Cuando por fin salimos de allí, ahora abrazadas por la oscuridad,aguantabamos la respiración, luchando con nusetros párpados soñolientos.
Ahora ya estoy lejos de allí, pero dudo que vuelva más por esos siniestros y oscuros lugares.
Puede que algún día, tenría el valor necesario para poder volver.
Pero no, aun no
Sáb Abr 12, 2008 3:03 pm